martes, 19 de marzo de 2013

Crónica de un nacimiento


Como mi plan era tener un parto natural, era realmente emocionante las últimas semanas, ya que en cualquier momento podía romper fuente o tener contracciones y dejar lo que sea que estuviera haciendo por recibir a mi bebé. El factor sorpresa me encantaba.

Rompí fuente el domingo 16 de septiembre a las 2:38am, yo apenas tenía una hora de haberme dormido, ya que mi pareja y yo nos desvelamos viendo películas porque según nosotros ese podía ser nuestro último fin de semana sin bebé, la sorpresa fue que ese mismo fin de semana Damián llegaría a nuestras vidas.

Lo primero que hice al confirmar que había roto fuente, fue llamarle al doctor, quien me dio instrucciones de ir inmediatamente al hospital. (Una vez que rompas fuente no puedes esperar mucho tiempo, ya que el líquido amniótico, que es el que estás derramando es el oxígeno de tu bebé). 

Después, me metí a bañar para llegar fresca al hospital y terminé mi maleta y la del bebé (las cuales no tenía listas completamente, ya que mi bebé se adelantó dos semanas y 2 días, aunque para ser primeriza es normal que se adelante). Mientras, mi pareja se encargaba de hablarles a mis papás y a sus papás para darles la noticia.

Al llegar al hospital mi papá ya nos estaba esperando ahí con su cara de nervio y de emoción porque iba a ser abuelo y su niñita iba a ser mamá. Al poco tiempo llegaron mi mamá, mi hermana, mi tia y mi prima, las cuatro locas de emoción. Mi suegro y mi cuñado llegaron al hospital como a la hora y media de que yo rompí fuente (y eso que estaban en Xalapa).

Todos estaban preocupados por mí, no me dejaban hacer nada, como si me fuera a romper. Yo caminaba y caminaba por el lobby del hospital mientras me registraban y me daban mi habitación, ya que dicen que caminar acelera el trabajo de parto y las contracciones (yo hasta ese momento no había sentido ninguna), hasta que un doctor me dijo que mejor reservara mi energía para la hora del parto.

El colmo fue que cuando me estaban registrando, la recepcionista me preguntó: ¿es parto o cesárea?, yo pensé "dudo que alguien programe un parto a las 3 am de un domingo, y aparte en 16 de septiembre".

En fin, ya registrada, me subieron a mi habitación, ¡en silla de ruedas! me rehusé, yo estaba perfectamente en capacidad de caminar y tan emocionada que hubiera podido correr un maratón en ese momento, pero todos me dijeron que hiciera caso y me sentara en la silla, así que eso hice.

En cuanto llegué a la habitación, me dieron una bata del hospital para que me la pusiera y me colocaron el catéter en la vena de la muñeca izquierda, hasta la fecha todavía me duele algunas veces. Posterior a eso, me rasuraron toda la zona abdominal, y me hicieron un lavado intestinal (mejor ni les cuento cómo). Después me recomendaron que durmiera, para descansar y estar lista para lo que me viniera, pero cómo creen que iba yo a poder dormir si sólo faltaban horas para conocer a mi hijo, además de la molestia que me provocaba el famoso catéter.

Vi la salida del sol por la ventana, eran las 7am y yo todavía no sentía ninguna contracción (yo creí que era porque me había preparado tanto mentalmente para un parto natural que por eso no me dolían las contracciones), aunque sí sentía presión sobre mi abdomen bajo en algunos momentos. Yo quería pararme de la cama, estaba realmente aburrida y desesperada, deseando tener contracciones porque si las tenía significaba que todo iba bien, que estaba dilatando.

El doctor llegó al hospital alrededor de las 9am, me revisó la dilatación (lo cual es bastante doloroso) y me dijo que sólo tenía 1 cm, era por eso que no había sentido ninguna contracción. Yo ya sabía lo que esto significaba. Durante mi embarazo leí mucho sobre los trabajos de parto, las cesáreas, y los partos naturales, por lo que sabía que no podía pasar mucho tiempo de cuando rompiera fuente a cuando naciera mi bebé, ya que entre más tiempo pasa, menos oxígeno tiene, esto provoca sufrimiento fetal o incluso la muerte de tu bebé, y yo ya tenía 6 horas que había roto fuente, así que pedí inmediatamente una cesárea.

Antes de fijar hora para el quirófano, el doctor me hizo un último ultrasonido, si tenía suficiente líquido amniótico, podíamos recurrir a la inducción del parto, aunque tomaría unas cuantas horas más el nacimiento, el bebé podía esperarse sin sufrir. Sin embargo, yo ya casi no tenía líquido amniótico, por lo que pedí que me hicieran una cesárea lo más pronto posible, después de todo, no importa lo mucho que desees un parto natural u odies la cesárea, lo importante es que tu bebé no sufra y nazca sano.

Ahora sí empecé a sentirme un poco nerviosa, ya que yo nunca quise cesárea, porque además a mí jamás me había operado de nada, y no quería tener que pasar días con el dolor de la herida.

Al momento en que salí en la camilla para el quirófano, me di cuenta de toda la gente que estaba ahí para conocer a mi bebé, eran más de 40 personas, en su mayoría familiares, y algunos amigos, todos sonriéndome emocionados haciéndome pasillo, de la puerta de mi habitación hasta el elevador que me llevaría al piso de quirófanos. Jamás he sentido tanto cariño de la gente hacia a mí como en ese momento.

Entré al quirófano que yo sentí que estaba como a 30 grados bajo cero, me estaba congelando. Mientras el futuro papá se caracterizaba con vestimenta apropiada para un quirófano, a mí me ponían la anestesia y la sonda. Para la anestesia me pusieron en posición fetal, y entre el pediatra y el obstetra me agarraban para que no me moviera cuando sintiera que la aguja me entraba por la columna (otra cosa que es bastante dolorosa). Me di cuenta cuando entró la anestesia en mi cuerpo, ya que sentía cosquilleo en las piernas y brazos y me sentía más cansada y realmente atontada, y escuchaba la plática de todos los doctores como a lo lejos, me sentía en un sueño, aunque los nervios no se iban.

Podría jurar que el futuro papá estaba más nervioso que yo, pero tenerlo ahí fue de bastante ayuda, desde que se sentó a mi lado hasta que salí del quirófano, no paró de hacerme cariñito en la frente, lo que me tranquilizó bastante.

De pronto empecé a sentir cómo los doctores manipulaban mi abdomen y un olor a quemado (era porque me estaban abriendo la piel), hasta que me dijeron: “vas a sentir un poco de presión”, a lo que yo sentí bastante presión, pero era porque mientras un doctor me estiraba la abertura que me habían hecho, otro empujaba desde arriba hasta debajo de mi panza, para que mi bebé saliera (obvio yo esto no lo vi, de haberlo visto me hubiera desmayado).

Todo lo que me hacían en el abdomen desapareció cuando escuché el llanto de mi bebé (el cual no tenía nombre todavía), mi llanto fue inmediato cuando escuché el de él, y ni siquiera lo había visto todavía. Me sentía realmente feliz y mucho más tranquila ya que mi bebé había nacido.

Damián nació el domingo 16 de septiembre del 2012 a las 12:10pm, pesó 2,450 y midió 45cm.

Lo vi mientras lo limpiaban, lo medían, lo pesaba, y lo revisaban de todo. Su mesita de revisión estaba justo frente a mi cara, y entre más lo veía más lo amaba y más lloraba yo, ya ni me acordaba que en ese momento me estaban cerrando la herida. Cuando terminaron de revisarlo, lo puso el pediatra en mi cara, y lo acercó hasta que mi nariz y la suya quedaron juntas, lo besé en la frente y le dije que lo amaba demasiado, que lo esperé con muchas ansias y que era todo para mí. En ese momento decidimos llamarlo Damián. Su papá lo cargo un rato y de ahí, después de que ya me habían cerrado la herida y me habían fajado, lo pusieron en mi pecho para que le diera calor, nos taparon con un cobertor y nos sacaron del quirófano. Yo temblaba del frío que sentía, me dijeron que era debido a la anestesia. Afuera del quirófano, estaban mi mamá, dos tias y dos primas, llorando y diciendo que estaba hermoso, y pudieron cargarlo. Me lo quitaron para subirlo a él en su propia cunita al cunero, y enseguida después me subieron a mí a mi habitación. Pasé otra vez por el pasillo de gente, pero esta vez dispersados por el cunero, incluso hubo aplausos cuando me vieron, me felicitaban y me decían que mi hijo estaba precioso.

Sentía mucho cariño de parte de la gente que estaba ahí, pero en ese momento, yo sólo quería dormir, ya que prácticamente no dormía desde el viernes, y a eso había que sumarle una operación. Además, el frío que me hacía temblar se me quitó horas después.

La realidad es que no dormí hasta el miércoles que regresé a mi casa, ya que me dolía la herida, me molestaba el catéter, me molestaba la sonda, y tenía un dolor de espalda más fuerte que el de la herida, de estar acostada tanto tiempo y con el hilo de la anestesia epidural, además de que las visitas entraban y salían y las camas de hospital no son nada cómodas.  

En la noche la enfermera me pidió que le diera pecho a Damián, cosa que por el dolor y el cansancio no pude hacer.

Al otro día debía pararme de la cama y caminar, pero yo no tenía la mínima intención de hacerlo, además presenté alergia al analgésico que me pusieron después de la operación, se me hinchó toda la cara y el famoso rash se manifestó en mi piel. Lo que hacía más incómodo las visitas, de por si ya me veía muy mal de tener días sin dormir, la operación y ni siquiera poderme parar a lavarme la cara. Ahí fue donde me quitaron el hilo de la columna y la bombita, me inyectaron para que se me quitara la alergia, y me pusieron otro analgésico, al cual, por sorpresa, también resulté alérgica, y otra vez lo mismo, inyección para quitármela.

En la tarde ya debía pararme a caminar, pero lo que realmente me motivó a hacerlo fueron las ganas de bañarme. Mi suegra me ayudó a bañarme, pero en cuanto terminó le baño me empecé a sentir muy mal, y sentí mucho dolor en la herida, hasta que me desmayé. Me desperté por los gritos de mi mamá que decía mi nombre, me sostenía ella de un lado, y mi suegra del otro, estaba rodeada de 2 doctoras y cerca de 3 enfermeras, y me llevaban arrastrando a la cama. Me inyectaron en el catéter un medicamento para que despertara y me dieron a oler alcohol. Me tomaron la presión y nos dimos cuenta que pude haber caído en un coma.  

Inmediatamente me empecé a sentir mucho mejor, ya bañada me volví a recostar para recuperarme del desmayo y las alergias. Me paré más tarde, a caminar un poco y a sentarme en el área de la salita de mi habitación, donde tenía visitas. Duré menos de 5 minutos sentada en una silla ya que me incomodaba mucho la herida, preferí seguir caminando más.

Al otro día me quitaron el catéter y me empecé a sentir mucho mejor en cuanto me lo quitaron, ya que era muy molesto.

Esa noche, ya que se fueron todas las visitas, me quedé yo con mi novio, y le confesé lo mal que me sentía porque no había podido disfrutar a mi bebé por el dolor y por el cansancio, yo esperaba tener un parto natural y poderlo cargar como si nada después del parto, sin embargo por la cesárea sólo había podido cargarlo por ratitos porque además implicaba sentarme y eso me era muy incómodo.

Afortunadamente esa era mi última noche ahí y ya en mi casa iba a descansar más cómoda.

Cada día que pasaba yo me sentía mucho mejor. El dolor se me quito aproximadamente a los 7 días, aunque la molestia de la herida todavía seguía, sobre todo porque no puedes hacer esfuerzos.

La sonda, el catéter, el lavado intestinal, las alergias, las inyecciones de las alergias, la anestesia, la bombita de la epidural, la herida, y las horas sin dormir, sin duda las volvería a pasar con tal de recibir otro bebé, sin embargo, tengo fe en que el siguiente sí podrá nacer por parto natural, así me evitaría muchas incomodidades.

Lo que ayuda mucho es fajarse, muy bien apretada, esto te da más seguridad y la herida casi ni se siente. Fajarse también sirve para que tu piel se comprima más rápidamente y los órganos vuelvan a su lugar y en menos tiempo tengas el cuerpo que tenías antes de embarazarte, debes fajarte al menos 3 meses.

Te cuento mi experiencia porque hay algunas mujeres que ni siquiera intentan tener parto natural, que es más fácil y rápido, y en su primera cita al ginecólogo agendan una cesárea, pero ahora que te he contado esto, espero que lo reconsideres y le des una oportunidad a tu sabio cuerpo de tener bebés de manera natural.

Las cesáreas cada vez son más que los partos naturales, por eso es que hay organizaciones mundiales que están poniendo mucho empeño en preservar la manera natural de tener hijos, recuerda que lo natural siempre será lo mejor para tu cuerpo, incluso cada vez más mujeres se animan a ser atendidas por parteras, como se usaba antiguamente, y dar a luz en su propia casa, como es el caso de las modelos Gisele Bündchen, Alessandra Ambrosio, y la actriz Jessica Alba.

Sin duda, es importante considerar la cesárea como medio alternativo en caso de que tu parto se complique o no dilates, como fue mi caso. No importa qué método escojas para dar a luz, lo importante es que tú te sientas cómoda y tu bebé nazca sano.

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